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Mostrando entradas de noviembre, 2011

6 entrega literatura de terror

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5 entrega by LITERALBA NOVAONDA

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4 entrega by LITERALBA NOVAONDA

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3 entrega by LITERALBA NOVAONDA

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2 entrega segunda temporada literalba by LITERALBA NOVAONDA

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1 entrega literalba 2º temporada

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La factura del sentido

El haiku tiene la propiedad un tanto quimérica de permitir que cualquiera imagine poder producir uno fácilmente. Se dice: qué más accesible a la escritura espontánea que esto (de Buson): Anochece, es otoño,  pienso solamente  en mis padres.  El haiku es envidiable: cuántos lectores occidentales no han soñado pasearse' por la vida, libreta en mano, anotando aquí y allá "impresiones" cuya brevedad garantizaría la perfección y cuya simplicidad atestiguaría por la profundidad (en virtud de un doble mito, clásico en tanto hace de la concisión una prueba de arte, romántico en tanto atribuye un prerrogativa de verdad a la improvisación). Enteramente inteligible, el haiku no quiere decir nada, y es debido a esta doble condición que parece estar ofrecido al sentido de una manera particularmente disponible, servicial, al modo de un gentil anfitrión que permitiera a alguno instalarse libremente en su casa, con sus hábitos, sus valores, sus símbolos: la "ausencia"

MICRORRELATOS DE TERROR

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MICRORRELATOS DE TERROR Estadística.   La muerte se declaró en huelga indefinida, la incertidumbre creada aumentó notablemente los intentos fallidos de suicidio. Superstición fatal.    Comprobó con pavor el vacio en su libreta de direcciones antes de quitarse la vida. No pudo asimilar su inminente futuro. Su mente repetía constantemente las atrocidades descritas en aquel powerpoint, en caso de no reenviarlo inmediatamente a quince de sus amigos, pronto se harían realidad. Sin Dignidad. Ya no era capaz de recordar el tiempo que llevaba allí, tampoco recordaba con exactitud las caras de las personas que llevaron con él, una decena de hombres y mujeres jóvenes con los que fue encerrado durante dos días y dos noches. Cuando al tercero los confinaron en diferentes habitáculos oscuramente acristalados, comenzó el suplicio. Los primeros días podía escuchar los alaridos de dolor de una mujer que debía estar situada en la celda contigua, con el tiempo aquellos gritos y lamentos se fueron apa